Obertura

Love Of Lesbian (que, para el que no lo sepa, es uno de los grupos estandarte de la escena Indie española), en uno de sus temas más famosos: “Club de fans de John Boy”, cantan la experiencia de alguien que asiste obligado y sin ninguna expectativa a un concierto del tal John Boy, y que, al término del recital, acaba por reconocer:

“Y ahora ya soy, y ahora ya, ya lo soy

Y ahora ya soy, otro fan de John Boy”

Acto I

Posiblemente por desconocimiento, nunca me he sentido especialmente atraída hacia la música clásica. Aunque si tenía referencias sobre Ara Malikian. Único violinista que me resultaba conocido.

Conocidos y extraños me contaban maravillas sobre él; sobre todo que tenía la virtud de acercar a los profanos a un instrumento que, de inicio, parece indefectiblemente asociado a la música clásica. Pero reconozco que pensaba que, por mucho acercamiento al instrumento que él propusiera, si del violín solo salía música clásica, seguiría sin gustarme especialmente.

Y no podía estar más equivocada…

Acto II

En una ocasión, hace un par de años; mi hijo mayor (que, entonces, tenía tres años) me dijo que su ídolo era Lemmy Kilmister (fallecido líder del grupo de Heavy Metal “Motörhead”) y que él no quería oír “¡Nada de popito!”, refiriéndose a que no quería escuchar nada que no fuera el rasgueo de las más salvajes guitarras eléctricas rocanroleras. Por lo que decidí que tal vez convenía tratar de acercarle a géneros y estilos musicales un poco más “suaves”…

Poco después me enteré de que Ara (discúlpeseme la licencia, pero después de disfrutar de su cercanía en el escenario, me gusta pensar que puedo dirigirme a él sólo por su nombre de pila) ofrecía un recital para niños llamado “Mis primeras cuatro estaciones”. Así que, si bien con inicial escepticismo, compré las entradas y asistí con mi pequeño heavy al teatro.

Superó cualquiera de mis expectativas y creo que, también, las del mini-roquero, que salió del teatro diciendo que de mayor seguía queriendo ser Axl Rose, pero que, ahora, para su cumpleaños, quería un violín…

Acto III

Sabía que mi marido se había quedado con las ganas de ser él el que llevara a nuestro hijo al concierto para niños, así que, cuando me enteré de que justo el fin de semana de su cumpleaños, Ara traía a Santander su espectáculo “La Increíble Historia de Violín”, no dudé en regalarle las entradas.

Yo creía que sabía lo que iba a ver, ¡y estaba encantada! Aunque, debo reconocer que aún no sabía si un espectáculo de más de dos horas y media de duración, me mantendría tan interesada como lo hizo el que sólo duró una hora. ¡La realidad es que ni sospechaba lo que me iba a encontrar!

Ara, con su violín, capitanea una banda formada por otro violín, una viola, un violonchelo, un contrabajo, batería, percusión, guitarra eléctrica y (atención spoiler…) ¡la imprescindible campanilla!, que termina por ofrecer un espectáculo que se acerca más a un concierto de rock and roll, que, a un recital de música clásica.

Interpretando temas de los mejores compositores clásicos y contemporáneos; intercalando otros temas compuestos por él que “te iba colando” (como bromeaba Ara al presentarlos); pasando de Niccolò Paganini a Led Zeppelin; mostrando su cautivadora y perenne sonrisa; con su carisma arrollador y; a través de anécdotas, bromas y reflexiones, Ara nos guio por los hitos que han marcado su azarosa vida y la de su violín, llenando el Palacio de Deportes de Santander de emoción.

El final del concierto fue unánime: una interminable ovación de todo el público asistente, todos en pie y con la convicción de que esa banda bien merecía que nunca dejásemos de aplaudir. Seguramente, todos pensando, como yo, que Ara era ya nuestro amigo, que cualquier día podríamos llamarle para tomar un café y que él, por supuesto, aceptaría gustoso.

Acto IV

Tanto me gustó que, tras el concierto, me interesé por su biografía. Comprobé que lo que nos había contado a lo largo del concierto era cierto, si bien, convirtiendo en anécdotas casi cómicas, aquello que más le engrandece; como el haber sido capaz de ofrecer su primer concierto importante a la edad de 12 años; o el haber conseguido que el gobierno alemán le concediera una beca, a la edad de 14 años, para cursar estudios en la prestigiosa Hochschule für Musik und Theater Hannover (que le permitió huir de la guerra civil de Líbano, país del que Ara es originario), consiguiendo con ello, y entre otras cosas, ser el alumno más joven en cursar allí sus estudios.

En definitiva, por si alguien aún se lo pregunta, mi regalo de cumpleaños fue todo un éxito y, por terminar como empecé:

“Y ahora ya soy, y ahora ya, ya lo soy

Y ahora ya soy, otra fan de Ara Malikian”