Con ocasión de las próximas fechas Navideñas en el Colegio de mis hijas celebran una fiesta de final de trimestre en la que los niños pueden ir disfrazados (esta vez nos han hecho el favor de que la temática sea libre, ya que muchas veces nos lo ponen tan difícil que eso daría para hablar largo y tendido).
A fin de elegir un disfraz hemos ido al típico bazar, tan socorrido en estos casos, y la indignación ha sido mayúscula cuando hemos visto que había dos secciones de disfraces distinguidos por el género (disfraces de niña y disfraces de niño), y no solo eso, sino que en muchos casos el disfraz de niña era la versión sexi del de niño, y así podías encontrar una bombera con minifalda, una policía con un amplio escote, etc… Además, la foto del paquete presentaba a niñas en actitud que no era propia para la edad en cuestión (estamos hablando de 4/6 años).
Esto me ha hecho reflexionar sobre algo que considero muy preocupante, la hipersexualización, cada vez más temprana, a que se somete a las niñas, ya que no es solo un disfraz, sino el mensaje que mandamos a los niños, perpetuando de una forma muy clara las diferencias de género. Si eres niña, tienes que estar guapa, pintarte, peinarte, ponerte muchos accesorios para gustar.
De esa forma solo hacemos niñas frágiles y vulnerables, que basan sus valores fundamentalmente en gustar a los demás. Por eso cuando mis hijas me preguntan si están guapas mirándose al espejo con la cara pintada como una puerta y una corona que pesa más que sus cabecitas (“adornadas” como dicen ellas) les digo que son guapas por cómo son, no por lo que se ponen, pero que además son fuertes, listas, inteligentes, divertidas, valientes… ¡¡claro que sí!!
Este tema de los disfraces es un exponente del resto de signos que encontramos en el día a día de la diferencia de géneros ya desde pequeños (juguetes, revistas, publicidad, series, videojuegos…) y que debe hacernos reflexionar.
En fin, que salimos del bazar compuestos y sin disfraz.
Finalmente irán vestidas de reno, con su nariz roja, sus cuernos, sus pezuñas y su manto de pelo, porque disfrazarse es eso, desfigurarse, enmascararse, con el fin y propósito fundamental de pasarlo muy bien, da igual que sean niños o niñas, respetemos su infancia.